Se ha celebrado estos días en Granada, el simposio "Obesidad y equilibrio energético" en el Congreso de la Asociación Española de Pediatría (edición 61) donde se han reunido numerosos especialistas de salud y nutrición para abordar el importante tema de la obesidad infanto-juvenil.
Durante los últimos años se ha producido un aumento en la prevalencia de obesidad en los más pequeños propiciada por un estilo de vida cada vez más sedentario, por la falta de ejercicio físico y el aumento del ocio pasivo (televisión, videoconsolas, internet...) así como por una ingesta desproporcionada en comparación con el gasto calórico, lo que se traduce en un desequilibrio energético en el organismo.
Es importante resaltar la idea fundamental de que no existen alimentos buenos o malos, sino dietas más o menos adecuadas; es decir, en contra de lo que predican muchas dietas milagro sobre eliminar un alimento u otro, la realidad es que ningún alimento es perjudicial si es correctamente administrado y en las cantidades adecuadas. Por ello, los expertos han hecho hincapié en que el principal causante de la obesidad exógena es el consumo de una dieta de valor calórico superior a las necesidades del niño y es aquí donde hay que incidir con las estrategias de prevención.
Este problema debe ser abordado desde distintos ángulos, empezando por una correcta educación sanitaria desde las escuelas y colegios, dando la información necesaria a padres y profesores para que puedan transmitir a los niños el interés por la actividad física y fomentar los hábitos saludables de alimentación y deporte de una forma clara y sencilla, comprensible para los más pequeños.
Entre las propuestas planteadas para disminuir la obesidad infantil figuran la dosificación de las nuevas tecnologías, restringiendo el tiempo de utilización de consolas y ordenadores; potenciar la educación física en centros escolares y dotar a las ciudades de infraestructuras seguras para la práctica de deporte.
No hay que olvidar tampoco que la obesidad, como la mayoría de patologías, tiene un carácter multifactorial, es decir, se implican factores genéticos con factores ambientales en el desarrollo de la enfermedad, y por ello, los factores genéticos de forma aislada también tienen su importancia en muchos casos. Actualmente se conocen alrededor de 130 genes relacionados con la obesidad, así como la alteración de genes relacionados con la resistencia a la insulina y la inflamación en el tejido adiposo también contribuyen a explicar una parte importante del mecanismo de producción de la obesidad.
Pero en cualquier caso, lo más importante es la prevención, informarse y fomentar los hábitos de vida saludable a los niños desde pequeños para que aprendan a mantener un adecuado equilibrio energético del organismo con una ingesta limitada y un ejercicio físico suficiente.
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