viernes, 2 de diciembre de 2022

Relato de Mi parto: Nacimiento de Makenna

 Deseaba con todas mis fuerzas iniciar el trabajo de parto de forma espontánea en casa y poder conocer qué se sentía con las primeras contracciones… Quería poder poner en práctica toda la preparación consciente que había realizado durante el embarazo (hipnoparto, respiraciones, visualizaciones, relajación, movimiento libre…) Pero también tenía la mente abierta a cualquier posibilidad, incluidos contratiempos, adversidades y complicaciones… para poder vivir el nacimiento de mi hija de una forma positiva ocurriese de un modo u otro; y así fue.”

La madrugada del 3 de Octubre de 2022, 4:30h am, me desperté con sensación de dolor menstrual que se repetía cada 6-7 minutos. Tras ir al baño, beber algo fresco, intentar volver a dormir sin conseguirlo y ver que se repetían de forma continua, supe que el momento había llegado. Comenzaba el viaje de Makenna hacia el otro lado de la piel… 

Acomodamos la habitación con luz tenue, pusimos la lista de música relajante que habíamos escuchado durante el embarazo, encendimos una vela, conectamos el humidificador con aceites esenciales… A mi alcance la pelota de pilates y la bolita miofascial (de pinchitos) Desayuné para coger fuerzas y me sentó muy bien. Mi marido calentaba los saquitos de semillas cada vez que se lo pedía, me traía agua, frutos secos… Qué bonito recuerdo, papá con nosotras cuidándonos. 

Las contracciones eran continuas sin descanso pero irregulares: 5 min - 7 min- 2 min - 4 min, y de unos 45 segundos de duración. Algunas dolían más que otras pero sentía que cada vez las toleraba mejor con la respiración y los cambios de movimiento libre. El dolor abdominal bajo tipo “dolor menstrual” se fue irradiando hacia las lumbares, de modo que con cada ola me aliviaba muchísimo la presión en la espalda. Fui cambiando de postura según me pedía el cuerpo, apoyada en la pelota y ésta a su vez en la pared, o en cuclillas. Entre contracción y contracción me encontraba bien. Estuve releyendo algunos capítulos de libros de maternidad para relajarme. Fui al baño en múltiples ocasiones, sin dolor ni malestar; sabía que mi cuerpo se estaba “autolimpiando” de modo que verificaba que no es necesario poner enemas de rutina, el cuerpo es sabio. Me di una ducha caliente para relajarme. Era consciente de que estaba transitando la primera parte del parto tal cual había deseado: en mi casa, con mi pareja, con calma, tolerando cada “ola” con control y tranquilidad y repitiendo las afirmaciones positivas que tenía grabadas a fuego en mi memoria (después de haberlas tenido impresas por la casa los últimos meses del embarazo): 

“Soy una mujer fuerte y segura” 

“Mi bebé sabe cuándo y cómo nacer” 

“Somos un equipo” 

“Mi pareja me apoya” 

“Confío en mi cuerpo, mi instinto y mi bebé” 

“Con cada ola estoy más cerca de conocer a mi bebé…”  


La verdad es que el trabajo de hipnoparto me ayudó muchísimo a conocer y afrontar este camino tan desconocido. Me sentía segura y confiada.


Las horas pasaban y el ritmo de parto no se detenía, pero tampoco avanzaba. Comimos e intenté descansar un poco pero las contracciones no daban tregua y no soportaba estar tumbada… 8 min como máximo entre una y otra, y se aceleraban de nuevo. Por un lado estaba tranquila porque me encontraba bien y notaba que mi bebé se movía entre contracciones, pero por otro lado comencé a inquietarme un poco ya que con más de 12 horas de contracciones sin parar deberían haber aumentado el ritmo. Así que con esas dudas, decidimos ir al hospital sobre las 19h de la tarde; nos llevaron mis padres que estaban tan nerviosos y preocupados como si fuera su propio parto. 


Pasé al triaje rapidísimo (sola…) y me decepcionó escuchar tras la exploración que tan sólo estaba de 2 cm. ¿Después de todo el día con contracciones sin descanso? No me gustó pero lo acepté. Me pasaron después durante casi una hora a una sala de observación para colocarme la monitorización fetal, en una cama junto a otras 4 o 5 mujeres. Sabía que era el procedimiento en ese hospital que yo había elegido, pero me sentía un poco vulnerable y sola… No obstante intenté durante todo el tiempo pensar en positivo, mi niña estaba en camino… 

El dolor de las contracciones durante ese tiempo se hizo más intenso, no me gustaba estar tumbada sin moverme, y el entorno tampoco ayudaba; intentaba controlarlo apretando fuerte la bola miofascial que me eché en el bolso; además tenía un calor sofocante que trataba de amortiguar con mi abanico. Intentaba concentrarme en respirar y evitar pensar en los inconvenientes. Después de ese tiempo, me dijeron que saliera a la sala de espera, en la que por suerte no había mucha gente, hasta que me llamara el ginecólogo. Más tranquila al estar con mi marido y mi madre aguanté casi otra hora más de contracciones. Cuando por fin me llaman y me evalúa el ginecólogo ya estamos de 4 cm y todo va bien; agradezco su trato muy agradable, me explica todo con calma y gestiona el ingreso pronto. Son las 21-22h pm: cambio de ropa, camisón, pulsera, analítica, PCR covid y nos llevan a paritorios.

Es un paritorio muy amplio, individual y nos atiende una matrona muy amable que se presenta dulcemente y nos dice que esta noche es tranquila porque somos los únicos por ahora en la planta. Me explica todo muy bien y nos deja poner la lista de música y ponernos cómodos. Estaba tranquila y animada, pero a pesar de que iba con la idea de aguantar todo lo posible con mis métodos no farmacológicos, apareció una contracción dolorosísima y larga que hizo que junto con el cansancio acumulado de todo el día decidiese pedir la epidural. No imaginaba hasta entonces que era lo mejor que podía haber hecho.

La anestesista llegó rapidísimo y fue muy amable a la vez que delicada y empática permitiendo a mi marido que se quedase conmigo dándome la mano mientras me la ponía. Me transmitía mucha calma, me iba contando todo lo que iba haciendo a mi espalda y me decía que le encantaba la música que había puesto, que a ella también le relajaba. Detalles de humanidad que se agradecen tanto. Así sí, estaba tranquila, segura y en unos minutos desaparecieron totalmente los dolores; además podía mover las piernas; me puso la dosis ideal, aunque no me dejaran levantarme de la cama; ya quedaba menos para ver a mi niña.


Desafortunadamente las cosas se empezaron a enlentecer. Las contracciones se espaciaron, el monitor pita continuamente, mi tensión baja y mi bebé se resiente con bajadas de frecuencia cardiaca transitorias. Me pasan volumen intravenoso y me cambian de postura hacia un lado u otro, buscando la mejor opción para mi niña. Comienzo a ponerme un poco nerviosa.

A las 23.00 h aparecen dos ginecólogas nuevas que me exploran de forma desagradable y brusca (y agradezco entonces tener la epidural puesta y no sentir dolor) Hablan entre ellas, sin mirarme a la cara y sin dirigirse a mí, sigo en 4 cm y la cabeza está demasiado alta por lo que para acelerar el proceso van a romper la bolsa y colocar un monitor interno para monitorizar mejor al bebé. Les pregunto que me expliquen si es necesario, pues no quería tantas intervenciones… Me contestan con soberbia que sí; y además con ironía me preguntan que cuánto mido ¿? Porque la niña parece demasiado grande y yo soy muy bajita ¿? … Quise gritar. ¿En serio estaba escuchando esa estupidez grosera en un hospital de tercer nivel? Una rabia interna me empuja a debatirles, les digo de la forma más educada que puedo que soy pediatra y entiendo lo que médicamente está y lo que no está en los protocolos y sus caras cambian y se suaviza su intervención intentando ahora sí explicarme las cosas como debieran haber hecho en el momento que entraron a paritorio… pero lejos de enzarzarme en discusiones que enturbiasen el momento, y más bien por el miedo a que algo fuera mal con la niña por mi culpa, finalmente consiento, a pesar de la impotencia que sentía… Se marcharon y por suerte no las volvimos a ver.

Retomé mi actitud en calma concentrada en mis pensamientos positivos y en mi música junto a mi marido. La matrona entraba cada vez que el monitor pitaba, me tranquilizaba y me ayudaba a cambiar de postura, me exploró en otra ocasión y seguía sin cambios; avisó de nuevo a ginecología y esta vez fue el ginecólogo simpático de la urgencia, quien a partir de ahora me atendería hasta el final (menos mal). Mi niña estaba muy a gusto dentro de mí (a pesar de mi corta estatura que tanto molestó a esas dos ineptas)


Serían las 2.00h o 2.30h cuando comencé a sentir dolor en la pelvis con las contracciones. Aparece un rayo de luz en mi mente al decirme el doctor que quizá podría ser una señal de que la niña se hubiese encajado y todo estuviera progresando. Avisaron a anestesia para aumentarme un poco la epidural y que estuviera confortable. El rayo de luz duró poco, ya que se repetían los mismos 4 cm de dilatación. El ginecólogo intentó tranquilizarme y me dijo que podríamos esperar un poco más de tiempo, que a veces la cosa avanzaba después… Confié aunque en mi foro interno ya sabía lo que pasaría. Quería aguantar lo que fuese necesario para intentar un parto vaginal pero mi niña empezaba a resentirse y su monitor pitaba y pitaba aumentando mi ansiedad como pediatra y como madre. 

2.50h Aprovecho para hablar unos minutos por whatsapp con mi madre y distraerme un poco de ese sentimiento. Sabía que estaba despierta y nerviosa preguntando a mi marido de vez en cuando, y leerme a mí le daría un poco de paz y tranquilidad.


A las 3:00h la matrona me dice dulcemente que no me preocupe pero que va a volver a llamar al ginecólogo. Veo en su mirada nerviosa la preocupación y empieza a crecer en mí un sentimiento de angustia que quiero camuflar sobre todo para que mi marido me vea tranquila. Le digo que tengo un mal presentimiento, que son muchas horas y que probablemente tengan que acelerar todo… como para prepararle para el momento. Cuando llega el ginecólogo y me explora nuevamente, estando en los mismos 4 cm, me explica que llegados a este punto lo mejor para mí y para la niña es hacer una cesárea urgente dado que habitualmente suelen dejar unas 4 horas de evolución si no hay progresión en la dilatación y yo ya llevo 6 horas en el mismo punto desde que me vio él en la urgencia y la niña estaba empezando a sufrir de forma mantenida. Me lo explica todo tan bien y con tanta amabilidad que asiento sin rechistar. Quiero que mi bebé esté bien, lo mejor es que nazca cuanto antes.

Sonrío a mi marido al despedirme diciéndole que en breve tendremos a la niña; hará el piel con piel con él mientras yo esté en la sala de reanimación. Por dentro me muero de miedo pero sólo quiero pensar en lo positivo como había trabajado durante meses con hipnoparto, iba preparada para vivir cualquier camino con positividad y así iba a ser. Y grabo en mi interior ese último beso, su mirada y su caricia antes de que la camilla echara a andar.


Todo fue muy rápido; por el camino a quirófano la anestesista me puso un bolo más de anestesia por el catéter que ya tenía (si no hubiese pedido la epidural en su momento probablemente sería más complicado todo el procedimiento, quizá con anestesia general…) y me tranquilizó diciéndome que todo iría bien y en un par de horas estaríamos en la habitación los tres juntos. Al llegar me cambian de camilla y me ponen los brazos en cruz “para la vía y la tensión…” Sentimiento muy desagradable de estar atada, inmóvil…como había leído tantas veces… y me quitan mis gafas. Les digo con un hilillo de voz que soy pediatra y que me encantaría si fuese posible hacer piel con piel con la niña y pinzamiento tardío del cordón y me dicen que siempre lo intentan hacer... La camilla se mueve bruscamente de un lado a otro, me sorprende el tambaleo tan fuerte… me han avisado de que es incómodo “sentir esos movimientos” pero nada doloroso. Y es verdad, no me duele nada pero siento como me manipulan de forma agresiva y me aterroriza saber que me están abriendo en canal, teniendo en mi conciencia la cantidad de cesáreas que vi durante mi formación… segundos y “Aquí está” 

Makenna vio la luz al otro lado de mi piel a las 3:19h del 4 de Octubre de 2022.

Me enseñan su cabecita por encima de la sábana durante una milésima de segundo, cabecita que veo borrosa sin gafas, y se la llevan a la cuna de reanimación. Quise escuchar un ligero quejido pero no sé si fue una imaginación de mi subconsciente. La cuna estaba a escasos 2 metros de mí, pero mi miopía, sin gafas, no me permitía ver nada nítido. Ni pinzado tardío ni piel con piel. Fueron 20 segundos eternos hasta que oí su llanto fuerte y yo lloré con ella por tenerla lejos y no poder abrazarla ni olerla, ni siquiera verla... Pero está bien, me tranquilizaron las pediatras. Pedí por favor mis gafas y rogué que me pusieran a mi hija encima. Mientras alguien me decía que dejase de mover las piernas que me podían hacer daño… Supongo que de los nervios no era consciente de que estaba intentando salir corriendo hacia mi niña… Segundos de impotencia y rabia al ver que se entretenían en ponerle un gorro y pañal en lugar de dármela… Al menos no la pesaron en ese momento ni se entretuvieron en hacer más cosas. 


Finalmente me la colocaron encima, a la altura de mi cuello. Una auxiliar que estuvo pendiente de mí todo el tiempo tuvo el detalle de quitarme la mascarilla y pude besar a mi bebé preciosa una y otra vez en su carita. Intentaba olerla pero no podía pues yo tenía la nariz taponada de llorar. Recuerdo grabado a fuego intentar ver su cara y tenerla tan cerca que tan sólo podía ver su perfecto ojo derecho, muy abierto, de un profundo color negro mirando fijamente hacia un lado y cambiando la mirada hacia el otro lado. Sentir que estaba conmigo por fin en mi pecho, tranquila, observando el mundo… calmó parcialmente mi dolor a pesar de seguir atada. Disfruté cada minuto de su contacto. Me ofrecieron intentar que se enganchara al pecho, y aunque no lo conseguimos (agradecida por la ayuda de la auxiliar o enfermera, matrona… eran dos mujeres que estuvieron conmigo muy pendientes) el poder sentir ese contacto de su boquita con mi pecho durante ese tiempo, mientras a mí me terminaban de coser, me consoló, me calmó, me sanó y me llenó de fuerza. 


A las 4:00h terminó la cirugía y el ginecólogo me dijo que todo había ido bien, había perdido muy poca sangre y la recuperación esperaba que fuera favorable. Llegaba el momento de la separación, me tocaba estar 2 largas horas en la REA. En ese momento, afortunadamente por mi salud mental, lo viví con calma y positividad. Nada de lo que dijera podía cambiar “ese protocolo” así que tenía que pensar que la niña iba a estar esas 2 horas haciendo piel con piel con su papá, las mejores manos del mundo en las que confiaba que estaría tranquila y protegida. Y así, ella en su cuna y yo en mi cama, nos separaron. Y duele, duele mucho.


Cuando llegué a la REA me recibieron una enfermera y una auxiliar muy agradables. La anestesista me dice que a las 6:00h vendrá a darme el alta si va todo bien. Estoy yo sola en la sala. Nadie más… y no puedo evitar pensar qué impedimento tan doloroso, no permitir en ese momento tener a mi compañero de vida al lado dándome la mano junto a mi hija… Protocolos absurdos, arcaicos.

Me piden que descanse, pero es imposible. Cierro los ojos pero no puedo dormir, pienso y revivo una y otra vez el camino; intento poner en práctica alguna meditación, concentrarme en la respiración… quiero que el tiempo pase rápido, pero va muy lento. Pienso que me encuentro muy bien y tengo que estar contenta, ya queda menos; me toman la tensión cada cierto tiempo. Pregunto la hora y tan sólo han pasado 40 minutos. Agradezco en el alma la conversación de la auxiliar, contándome anécdotas y su experiencia positiva en la maternidad para que estuviese entretenida y se me pasara el tiempo más rápido… Gracias. 


Y llegan las 06.00h y la anestesista aparece cumpliendo su promesa, me revisa y me da el alta para subir a la habitación. Sentimiento de esperanza e ilusión por el pasillo, llegamos a la puerta de la habitación 5D03. Segundos eternos mientras sacan la cama vacía para meterme a mi, y al entrar por fin les veo. Mi niña bonita en brazos del amor de mi vida, que estuvo protegiéndola de todo, piel con piel, evitando que nadie la manipulase, ni la bañase ni la dieran biberón a pesar de tener hambre y las sugerencias y presión de parte del personal... Fue fuerte y cumplió lo que prometimos. Nos miramos a los ojos diciéndonos todo… tenemos una niña preciosa y sana. Makenna bonita, ve con mamá.

La matrona me ayuda a colocarme en la cama y por fin, juntas, la abrazo fuerte sobre mi pecho descubierto, se engancha con fuerza y me siento feliz; se borra toda la ansiedad de separación, todo merece la pena, todo tiene sentido… Felicidad absoluta y ya no te suelto nunca más; comienza nuestra vida juntas.


Los siguientes días me sentí muy bien emocionalmente, con una energía exuberante, positividad, viviendo todo el proceso con calma y sin culpa (a pesar del dolor de la cesárea) y doy gracias por haber vivido un postparto también muy positivo.


Pero a día de hoy, casi dos meses después, no puedo dejar de pensar en el por qué se sigue separando a las madres de sus hijos. No lo entiendo ni lo entenderé. Por qué me quitaron el privilegio de estar con mi niña en sus primeras horas de vida. Por qué en unos hospitales sí puede estar la pareja al lado de la madre en quirófano y en otros no; por qué mi marido tuvo que quedarse fuera sin ver el nacimiento de su hija y luego esperando 2-3 horas con angustia, soportando la incertidumbre de que no me pasara nada malo a mí. 

No hay respuestas.

Yo elegí ese hospital a conciencia por ser un buen hospital maternal y pediátrico con una potente UCI neonatal, sabiendo que lo más probable es que no la necesitara, pero yo estaría más tranquila. Sesgo de pediatra. Y sabía que si el camino se torcía hacia el lado que se torció, iba a tener que vivir esa separación. Sabía que en otros hospitales sí permiten a las parejas entrar a quirófano (si no es una urgencia vital) pero tenía que elegir entre todas las opciones. No es mi culpa. No es responsabilidad de las madres. Mi marido podría haber estado conmigo y con nuestra hija, sin molestar en una silla a mi lado en la REA si hubiesen querido y el servicio se adapta para ello. Y no se quiere por comodidad, por rutina, por "siempre se ha hecho así". Hay mucho que cambiar. Ojalá llenemos los hospitales de testimonios reales y reclamaciones para que dejen de pasar estas cosas y podamos tener en un futuro cesáreas humanizadas en todos los hospitales de España. 


Gracias a @comadronaenlaola por ayudarnos en estas reivindicaciones en su blog con este documento que os animo a descargar y presentar.

"No es fácil cambiar las costumbres, lo establecido, las creencias y resistencias. Pero si todos, todas y cada una lo presentamos, si seguimos solicitando, insistiendo, por las que vienen detrás, antes o después, los centros tendrán que cambiar y trabajar como aquellos lugares donde esto está normalizado. El derecho a la no separación y el acompañamiento"


¿Cómo reclamar? https://pediatriaparaandarporcasa.blogspot.com/2022/12/reclamaciones-salud-hazlo.html


Gracias a todos los profesionales que nos trataron con amabilidad, respeto y empatía, durante el parto y posteriormente en la planta de hospitalización, que fueron la mayoría.

Gracias a mis padres por estar siempre ahí para todo lo que necesito, en cualquier momento y en cualquier lugar. Por ser los mejores abuelos que mi niña podría tener.

Gracias a mi hermano y su mujer, por ser los mejores tíos del mundo, por mimarnos y ayudarnos continuamente sin pedir nada a cambio.

Gracias a mi negrito, por ser el mejor acompañante de vida que podía haber elegido y demostrármelo día tras día. Increíble marido y maravilloso papá.



Gracias Makenna por traer tanta felicidad a mi vida, como tu nombre indica. Por llenarme de ilusión, de paz y de esa energía de superación. Gracias por hacerme ser la mamá que siempre quise ser, por cumplir todos mis deseos. Me siento orgullosa de mi misma, me siento fuerte, empoderada, confiada y capaz, y es gracias a ti. Sé que ya he cometido algunos errores en tu corta vida, y muy probablemente seguiré metiendo la pata alguna que otra vez, sin darme cuenta por supuesto. Pero por favor, sigue mirándome siempre así cómo lo haces, con esos ojos grandes y profundos, igual que cuando viste la luz del mundo por primera vez aquella noche en ese quirófano y te encontraste conmigo... Te quiero.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Burnout en Pediatría... Vivido, afrontado y ¿superado?

Increíble, pero cierto. Dos años más tarde aparezco por aquí... 
Lo sé. Es imposible resumir en unas líneas todo lo importante acontecido en estos meses... Pero al menos, intentaré dar unas pinceladas. 
Hoy, que me siento contenta, afortunada, satisfecha conmigo misma, e increíblemente valorada por todo mi alrededor, me apetece contaros lo negativo, los baches, los altibajos, lo oscuro del camino... como siempre, por si puede ayudar a alguien que pueda sentirse reflejado. Es sencillo verbalizarlo "a toro pasado" pero muy difícil ser consciente y exponerlo cuando se está dentro del bucle del "Burnout".

Porque no todo es color de rosa. Este diario se paralizó a finales de 2017, prácticamente tras el fin de la residencia y mis comienzos como "adjuntilla" con muy buenas sensaciones y con ganas de avanzar. Tenía un contrato de guardias de especialidad que me permitía seguir formándome un año más en el ámbito digestivo a costa de ir gratuitamente por las mañanas. Una oportunidad ideal para seguir en el hospital mejor valorado de España durante 6 años consecutivos (los mismos que ha durado mi estancia en él :p )
Al principio se lleva bien. La residencia se queda muy corta en una especialidad tan amplia y generalista y más en un hospital tan súper-especializado y se valora la oportunidad de mantener asistencia sanitaria y formación allí, crear curriculum, aumentar experiencia, se puede considerar como si se hiciera un máster. Los primeros meses los recuerdo como un verdadero aprendizaje exponencial a diario. El aumento de la responsabilidad como adjunta, supervisar residentes, aprender de ellos, seguir estudiando, congresos... Pero con el paso del tiempo, es una situación que cansa. Y frustra. Frustra mucho. Sobre todo sentir que estás "trabajando gratis" por conseguir unos méritos, una formación, un reconocimiento que quizá no sean lo que a ti te hace feliz...

Para compensar el tema económico, pues el sueldo de 5 guardias no da para mucho, inicié mi andadura en la sanidad privada a comienzos de 2018. Esto me devolvió la chispa y la ilusión que me faltaban. Un cambio, un vértigo increíble y una aceptable remuneración. Mi propia consulta, mis pacientes, mis endoscopias. Siempre había estado "protegida" por todo lo que conlleva estar en un gran hospital universitario y entonces me enfrenté a mí misma como médico en solitario. Igualmente en las guardias en un hospital diferente, con uno o dos compañeros o incluso algunos días sola, sin apenas especialistas presenciales, sin UCI pediátrica... sin todas las comodidades a las que estaba acostumbrada. Un reto del que realmente me siento orgullosa y que a día de hoy me satisface y me enriquece. El equipo de compañeros es genial, la flexibilidad a la hora de cambiar consultas, compatibilizar guardias (turnos de 6-12h! porque NO realizamos guardias de 24 horas como en la sanidad pública, salvo quien quiere hacerlo de forma voluntaria) es inmejorable y estoy muy a gusto.

Así pasaron los meses y por circunstancias diversas lo que iba a ser un año de guardias, se prolongó a dos años con una mejoría parcial en cuanto al contrato económico los últimos meses, pero insuficiente en cuanto al reconocimiento profesional. Y un ritmo tan frenético no se puede aguantar mucho tiempo. Intenté abarcar demasiado con ambos trabajos, saliendo de guardia de un sitio, me iba a pasar consulta al otro, guardias casi todos los fines de semana... y me involucré creo que demasiado emocionalmente. Además, el servicio de Gastroenterología se dividió y me quedé en la sección de Rehabilitación y Trasplante Intestinal (sí, aquella sección que conocí tímidamente como R2 y que os decía en esta entrada que era complicadísima e imposible de manejar, inalcanzable para mi... ) Pues ahí estaba yo, pautando nutriciones parenterales como si fueran antitérmicos y manejando inmunosupresores... como adjunta en ese pasillo tan especial de la P1 que se ha ganado un trocito de mi corazón (y buena parte de mi cerebro) 
Dí todo lo que pude de mi, médicamente y personalmente. Tanto, que me empezó a pasar factura. Quería hacerlo bien y la carga de trabajo y la responsabilidad cada vez eran mayores; me implicaba con los pacientes cada vez más y con sus familias, durante las guardias entraba a charlar con ellos o "a jugar un rato", me llevaba su sufrimiento a casa, la presión me podía... ingresos muy prolongados, informes inacabables... y cada vez que vivía una pérdida... me costaba reponerme, cada caso más duro... Empecé a tener problemas de sueño, una labilidad emocional que se me escapaba de las manos, y quizá en parte por las circunstancias burocráticas no me sentía valorada profesionalmente para todo el esfuerzo que di. Por todo ello, vi peligrar mi salud mental. Sí que me sentía querida y reconocida por los pacientes y mis compañeros. Mención especial al equipo de enfermería y auxiliares que echo tantísimo de menos y con los que era una gozada trabajar codo con codo, a la hora que fuese. Y también a los residentes que venían tras de mí, a los que siempre en la medida de mis posibilidades intentaba aportar mi granito de arena para enseñarles algo y mostrarles el lado bueno, a pesar de que veían en mí claramente el malestar y saturación mental que no podía ocultar, siempre me mostraron su cariño en mis momentos de flaqueza.
Pero no era feliz. Y llegué a replantearme si de verdad valía para ser médico o si me había equivocado de camino y debería haber hecho magisterio... En mi opinión, la empatía es esencial para ser un buen médico pero creo que de una forma tan intensa es complicado llevarlo... al menos mi perfil personal no creo que sea el adecuado para estar en una unidad de referencia así de potente por  todo lo que implica. 

Maldito Bournout... definido tal cual exactamente en esta publicación de Anales de Pediatría: "Se caracteriza por cansancio emocional, despersonalización y disminución o pérdida del sentimiento de realización personal"  No se puede definir mejor. He vivido en mis carnes la definición al completo, y lo difícil es reconocer, asumir y parar el bucle para salir de esa situación.
(...) 
Y cuando lo reconoces y lo asumes... ¿Cómo sales de ahí? Me costó tomar la decisión... Fueron muchos meses dándole vueltas a la cabeza. Echaba de menos ese sentimiento tan precioso que describí aquí en 2011 cuando decidí que quería ser pediatra porque me había enamorado del Centro de Salud... ¿Dónde estaba aquella Miriam y su ilusión? No podía estar todo perdido... Pero, ¿cómo iba a dejar voluntariamente el gran hospital de tercer nivel en el que la gran mayoría anhela estar para probar la tan maltratada y poco valorada Atención Primaria en un Centro de Salud...? Y creerme que esa frase no sólo resonaba en mi cabeza sino que la escuchaba más de una vez... Y me sentía culpable por no poder/querer ser lo que la gente esperaba de mi... 

Pero una vez más, quizá tarde o quizá no, lo hice. Pensé en mí, fui valiente. Puse una fecha inamovible, 31 de Mayo, y me marché a desconectar y a recuperarme. Y resurgiendo de mis cenizas como el Ave fénix he vuelto a encontrarme a mí misma y a ser feliz. 
He pasado 4 meses y medio en un Centro de Salud cubriendo una baja y he recuperado automáticamente mi esencia. Me siento renovada, descansada, ilusionada... He vuelto a estudiar con ganas, he aprendido muchísimo de puericultura y de la pediatría de a pie, que en el fondo es lo que me enamoró de la especialidad; he sido tutora docente de una residente de medicina de familia durante un par de meses, y me siento realizada realmente como pediatra y como persona. Ayer se acabó mi contrato y me llevo una sensación tan tan positiva de esta breve etapa... que no puedo expresar con palabras, gracias a los compañeros del centro (pediatras, médicos de familia, enfermería, administradoras, seguridad) y la buena acogida de los pacientes. 
Sigo manteniendo mi consulta de Gastroenterología Pediátrica que me encanta ya que no quiero perder mi parte "digestiva", y haciendo turnos de guardias de Urgencias, pero mucho menos frecuentes, más tranquila y sin estrés. Voy a tomarme Diciembre de forma "light" para a partir de Enero buscar nuevas oportunidades en otros centros.

No ha sido fácil, he tenido momentos duros y lo he pasado mal, pero a día de hoy no me arrepiento de nada y es posible que volviera a repetir cada paso que di. Creo que todo el aprendizaje tanto profesional como personal que me llevo a cuestas, es incalculable. Y el vínculo tan especial que conseguí crear y desarrollar con los pacientes y sus familias durante esos 2 años lo llevaré conmigo siempre y me ha dado unas tablas para tratar con las familias que sé que me servirá en cualquier ámbito y en cualquier sitio donde desarrolle mi profesión. 

A día de hoy, sigo pensando que la Pediatría es la especialidad más bonita que existe. En cualquiera de sus formas, en cualquiera de sus vertientes. 

Me gustaría dar las gracias por aquí al Dr. Desastre de "El paciente y tú", compañero de batallas "blogosféricas" desde hace años y que hace unos días tuve el placer de volver a leer, transmitiéndome ese empujón que necesitaba para retomar la página en blanco y volver a escribir unas líneas públicamente. Porque sí, esta profesión está llena de altibajos emocionales y es bueno mostrarlos y exponerlos. Porque como él, y como yo... muchos compañeros de profesión pasamos por estos sentimientos encontrados que mucha gente puede entender pero por miedo/vergüenza/culpabilidad silenciamos.    

Echarle un ojo a su nuevo espacio (Diario de un #2MIR20
¡Mucho ánimo en tu nuevo camino!


Y ahora... a celebrar mi cumpleaños como me gusta sentirme... Renovada y feliz! Y a por otra etapa... Felices 32! :)


P.D. Mañana me presento a la OPE de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid. No he estudiado mucho... pero voy con ganas de autoevaluarme a ver qué sale! Ojalá hubiese seguido un ritmo de estudio como en el MIR.... benditos años atrás!! :P

Un abrazo a todos lo que hayáis leído hasta aquí.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Mis 30

Y si digo que siento vértigo al enfrentarme a estas páginas en blanco... ¿Me creeríais?

Hace tanto que no me paso por aquí que me sorprende hasta el precioso color turquesa de fondo de pantalla del blog que elegí hace más de 7 años... y que no he cambiado nunca ¡porque es mi color favorito!

www.latostadora.com
Pero aquí estoy para escribir aunque sea sólo unas líneas en la que sigue siendo "mi casa". Y que mejor día para hacerlo que hoy, mi querido 30 de Noviembre... que la ocasión lo merece. 
¡Y es que no se cumplen 30 años todos los días! Aunque sé que tengo este espacio abandonado y ahora paso más tiempo escribiendo mis pensamientos en papel que en la blogosfera... hoy me apetece dejarme leer.

Regalo de nuestros R3
Me apetece contaros cómo han sido estos últimos meses de mi vida. Os dejé allá por abril tras contaros que estaba a punto de vivir el final de la Residencia... Y así fue; viaje en Semana Santa con los CoRs... Cena de despedida con los compañeros del hospital, pequeños y mayores... Nostalgia... Y se terminó una de las etapas más bonitas de la medicina. 

A pesar de ello y a diferencia de otros de mis compañeros, no he notado aún esa ruptura de cordón umbilical con el que ha sido mi hospital durante la residencia, pues como os contaba por aquel entonces, tenía la posibilidad de quedarme un año más con un contrato de guardias de la subespecialidad y así está siendo. Estoy aprovechando este año (como si fuera un R5) en el ámbito digestivo pediátrico y la verdad es que el aprendizaje de este año es exponencial comparado con el anterior... Sobre todo en la consulta que es dónde más desarrollo personal estoy viendo en mí misma (en cuanto a soltura, manejo, responsabilidad...)
Las guardias de gastroenterología suelen ser buenas (salvo que haya trasplante intestinal o algún paciente esté muy malo) y me sirven para sobrevivir económicamente. Y para no olvidarme de la pediatría general (y aumentar un poco el sueldo, todo sea dicho) también estoy haciendo alguna guardia de Urgencias que es donde verdaderamente se siente el término "Adjunta" intrínsecamente. El vértigo que se siente al estar en la cabecera de la Puerta... es enorme. Suerte que en este hospital hay mucha gente trabajando en las guardias y no te sientes sola en ningún momento, pues además del personal de enfermería, auxiliares, celadores y ¡Los Residentes sobre todooo!!!, tenemos la ventaja de contar con todos los especialistas y el personal necesario para solventar cualquier problema que se presente (salvo la falta de camas cuando más falta hacen como ahora en época invernal... pero eso es otra historia...)

Y en el ámbito personal, ¿cómo han afectado estos meses a mi vida? Pues muchos de vosotros ya lo sabéis :)  
7-10-17
Una de las razones por las que he estado más desconectada de las redes ha sido la organización de
¡MI BODA!  
Que después de tanto tiempo de preparación, muchos nervios y mucho estrés acumulado... (como supongo que todas las novias viven) salió de maravilla. Fue un día de cuento de hadas, en una finca preciosa, al aire libre con mucho verde; con nuestros familiares y amigos... y por supuesto y lo más importante con muchísimo amor :)

Y después la Luna de Miel me sirvió para relajarme de tanto nervio y volver a mi estado basal ;)

Así que puedo decir que así, felizmente casada, entro en una nueva década de mi vida. Qué me depararán los 30... Muchas ideas, nuevas metas, planes de futuro... pero también como cada cambio se acompaña de incertidumbre. Todo se verá.

Vértigo a la página en blanco superado.
Gracias a todos los que seguís pasando por aquí después de meses de inactividad por mi parte. Siento no contestar todos los comentarios... Y gracias a los que habéis terminado de leer estas líneas :) 

  

martes, 11 de abril de 2017

Gastroenterología Pediátrica como R4 ... Y la residencia se acaba...

Cuatro años que llegan a su final... Atrás quedan todas esas sensaciones y vivencias como residente de los primeros días:





Muchas anécdotas, muchas historias, muchas guardias (alrededor de 250 !!! ) y muchos recuerdos que quedarán para siempre en mi mente.

Este último año, intenso, ha sido bonito aunque en ocasiones duro. Elegí la subespecialidad de Gastroenterología Pediátrica porque fue una de las rotaciones que más me gustó cuando pasé por ella de R2 como os contaba en estas entradas:
-Rotación en Hepatología Infantil  como R2

Y a día de hoy puedo decir que no me equivoqué :)
Este 4to año he pasado nuevamente 2 meses en Hepatología y otros 2 meses en Nutrición como complemento. Y los 8 meses restantes en el servicio de Gastroenterología propiamente dicho.
Cosas positivas: mayor grado de responsabilidad en la toma de decisiones, sensación de estar incluida continuamente en un mismo equipo, buen trato con los adjuntos, supervisión adecuada, apoyo en la realización de trabajos a congresos, sesiones... Formación en la realización de endoscopia con tomas de biopsia: Las hago sola! (siempre supervisada) Guardias de la especialidad (con adjunto localizado) Y resaltar la bonita relación que se crea con algunos de los pacientes con patología crónica y sus familias que, debido al trato continuo, te hacen sentir "uno de sus médicos".
Cosas negativas: un año se queda corto para una patología tan amplia, variada y compleja. Entre guardias, salientes, cursos y demás... La sensación de "falta de tiempo para todo" es constante. El cansancio, sobre todo mental por pasar tanto tiempo en el hospital, en ocasiones se hace cuesta arriba. Además, la existencia de patología tan complicada (trasplante intestinal, intestino corto, enfermedad inflamatoria refractaria...) que implica un estudio muy específico, en ocasiones hace que no se pueda dedicar el tiempo suficiente a estudiar el resto de patologías digestivas básicas que se ven en la vida diaria de cualquier niño. Sensación de inmensidad inabarcable, como siempre.

Globalmente, he estado muy satisfecha con la elección y ahora que se acaba es justo cuando más integrada estoy. Por suerte, tengo la posibilidad de quedarme un año más en el Hospital con un contrato de guardias de la especialidad, y así poder seguir formándome un poco más en el ámbito digestivo pediátrico. Intentaré aprovechar al máximo para estudiar todo lo que me ha faltado y lo tomaré como una prolongación de la residencia... un "R5"... 
Da menos vértigo decirlo así que nombrar el término "Adjunta", que oficialmente será el que ronde a partir de ahora por aquí...   ;)

Pero aún queda un mes! Ahora toca viajecito de desconexión para afrontar la recta final... 
Nos vamos más de la mitad de los CoRs ( 12 !! ) a la playa! Viaje de fin de residencia! Será divertido :) A aprovechar lo que nos queda...







P.D  Sé que es la primera entrada de todo el 2017... Espero disculpéis mi ausencia por las redes durante tanto tiempo.
Suerte a todos aquellos que en unos días vais a elegir vuestra plaza para comenzar la residencia.. Unos terminamos y otros comenzáis ;)

miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿Y qué fue de la Doctora Nova?

¿Qué fue de mí? Aquella estudiante motivada que no paraba de escribir cosas positivas? Que siempre sacaba un huequito para contaros cosas del hospital, anécdotas de estudio y del día a día...

Aquí estoy; agotada. Con el síndrome del R4 a escaso medio año de terminar la residencia... Con la sensación de saber poco... más bien nada... Con el cansancio acumulado de 7 guardias al mes, muchas sin librar; de no tener tiempo para llevar al día las sesiones, los cursos, los trabajos, estudiar... de no poder quedar con los amigos o ver a la familia tanto como quisiera... Con la responsabilidad de tener que supervisar a los residentes pequeños en las guardias sabiendo que en unos meses el "ser la súper" se convertirá en "ser la adjunta"... Con la inseguridad y la incertidumbre de lo venidero...
Con la sensación amarga de conocer el sentimiento de vivir de cerca con los pacientes y sus familias, cogerles cariño por estar incluida todo el tiempo en el mismo servicio... y sentir el dolor al verles empeorar... sufrir... Verles fallecer...

(...) En ocasiones quemada... pero FELIZ!

Y aquí estoy... Cumpliendo años! Los Veinti-todos!
Independizada! Y... Prometida! Que me caso con mi negrito el año que viene!

Comenzando el último año de una década increíble... porque a pesar de todos los momentos de agobio y estrés... de lo duro de la vida profesional y de los cambios en la vida personal, ha sido un año mágico, lleno de progresos y de avances :)
Preparada para lo que venga :D


¡¡¡ Bienvenidos 29 !!!

P.D. Gracias a los que seguís por aquí dando vida a este blog.