miércoles, 26 de noviembre de 2014

Empatía

Empatía… algo que creo que debe ir intrínsecamente unido a la formación de un buen sanitario… Ya no sólo al médico, sino a todo el personal que se relaciona con los pacientes o los familiares en cualquier ámbito del sistema sanitario. 

Comunicación… Qué sencilla palabra, y qué complicada llevarla a cabo de la manera adecuada. No es fácil. Nadie nos enseña y cada uno tiene que lidiar con sus propias habilidades. 

Si hay algo que estoy intentando mejorar día a día es esa capacidad de transmitir noticias, buenas o malas de la manera adecuada. La expresión corporal, la sencillez, el evitar términos médicos… Se puede aprender con la práctica, supongo. Cada día es un reto, a veces lo hago peor y otras mejor. Pero la actitud no debería cambiar... al menos yo intento llevar siempre la misma. Actitud de positividad y de transmitir tranquilidad. ¿Eso se aprende o se estudia? Creo que no. La actitud con la que se hacen las cosas tiene que ir con la persona. Y es que… no sé cómo explicar algo que para mí es básico en cuanto a relaciones personales se refiere. 

¿Qué cuesta sonreír a esa mamá que acaba de dar a luz a un niño después de horas y horas de sufrimiento, aún cuando sean las 4 de la mañana y los demás tengamos ganas de irnos a descansar? ¿Verdaderamente nos ponemos en su lugar? 

¿Qué cuesta contestar amablemente al padre cuando nos pregunte cuánto ha pesado su hijo? “Familiares de Menganita, Soy la pediatra. Enhorabuena, el pequeño ha nacido bien - ¿Cuánto ha pesado? – Ha sido grandote, 3.900g! Felicidades.” Y dedicarle una sonrisa verdaderamente de corazón. Es su momento y necesita oír que todo está bien. 

¿Se puede decir con delicadeza que tenemos que ingresar a un bebé al nacer… separarlo de su madre? ¿Cuáles son las palabras adecuadas para decirlo? No lo sé, ¿alguien lo sabe? Qué momento tan doloroso para la familia… Lo que sí sé es que el tono de voz no debe ser agresivo, que debemos al menos intentar tranquilizar de alguna manera, explicando con calma el procedimiento, dar alguna frase de esperanza, expresar con la mirada “que entendemos su dolor” o acompañar con un toque en el hombro a esa madre abatida… Simplemente, intentar dulcificar en la medida de lo posible esos duros tragos con un gesto amable. 

A mí no me parece tan complicado. Pero cada día veo tantas situaciones que no me gustan… Situaciones, momentos y actitudes que me sacan de mis casillas… Frialdad con los pacientes. Hermetismo con los familiares y hasta grosería con los propios compañeros… Por no hablar del pasotismo con el que se trata a los estudiantes de medicina, algo que hace que me hierva la sangre desde lo más profundo de mi ser. ¿Es que nadie recuerda ya dónde estábamos hace unos años nosotros? (...) Y no me gusta lo que veo… y me causa malestar lo que siento. Y no sé si seré la única que se da cuenta de que esa actitud no ayuda ni beneficia a nadie. Y sólo crea negatividad en el entorno...

Por suerte, aunque esta sea una entrada donde critico aquello que no me gusta, tengo que reconocer que la mayor parte de las veces las cosas se hacen bien. Por suerte, tengo alrededor muchos grandes profesionales de los que aprender, buenas personas que realizan su trabajo con pasión, ayudan a que el día a día sea más llevadero y permiten que muchas familias (ojalá algún día podamos decir que todas) se vayan encantadas por el trato recibido. Y cuando se trabaja bien y las cosas se hacen con cariño, no sólo se reciben recompensas materiales (aunque los bombones a media mañana vienen de maravilla...), sino que la satisfacción de ver a los demás agradecidos por "esa buena actitud" y ese trato, es lo más grande que se puede llevar alguien que trabaje con personas; un sentimiento de bienestar impagable.


A seguir cultivando buenos momentos, buenas actitudes y buenos sentimientos...