jueves, 15 de septiembre de 2011

Fuerza para "ellas"

“María tiene 75 años. Siempre había sido ‘sana como una manzana’. Ninguna alergia conocida. No fumaba. No bebía. No tenía hipertensión arterial, ni tampoco dislipemia ni diabetes mellitus. No toma ningún tratamiento habitual, no lo necesita. Iba a sus revisiones periódicas con su doctor de cabecera y siempre estaba todo bien. A lo largo de toda su vida sólo pasó una vez por quirófano, y fue una apendicectomía sin complicaciones.
Tuvo 2 embarazos sin incidencias, de los que obtuvo dos hijas que la acompañan siempre que lo necesita. Le han dado 3 nietas preciosas, de 6, 5 y 3 años. Es una mujer independiente que vive en un pueblecito de la sierra con su marido que la adora. Llevan juntos más de 50 años, muy felices.

De repente, sin ningún antecedente ni explicación María comenzó a notar como su abdomen iba creciendo rápidamente.
- Cómo estoy engordando… - le decía a Lorenzo mientras se ponía el delantal para hacer la cena.
- Estás preciosa María, igual que cuando te conocí. – contestaba el hombre con dulzura.

Pero María sabía que aquello no era normal, cada día iba a más, se notaba las piernas hinchadas y el abdomen seguía creciendo; al cabo de un mes consultó con su médico de cabecera quien la remitió al hospital más cercano para valoración.

María ingresa en Medicina Interna, con una ascitis prominente. El abdomen globuloso, lleno de líquido. Se encuentra algo cansada, y le duelen las piernas, en las que por la hinchazón comienzan a brotar unas lesiones eritematosas, con algunas vesículas claras que se acaban rompiendo por la tensión. Por lo demás, se encuentra bien y está tranquila. A la exploración física no presenta ninguna otra alteración. Las constantes vitales están dentro de la normalidad. Cabeza y cuello sin alteraciones. Auscultación cardiaca rítmica y sin soplos. Auscultación pulmonar con murmullo vesicular conservado. Pero ese abdomen…

Lorenzo está algo nervioso pero confía plenamente en los médicos que exploran a María; no pierde la esperanza de que todo se solucione pronto y poder irse a casa; no deja de mirarla, se preocupa por ella... su María.

Tras diversas pruebas complementarias (analíticas, pruebas de imagen, paracentesis diagnóstica…) se obtiene un diagnóstico. Una patología maligna que altera la feliz vida de María: Cáncer de ovario. Su mundo se derrumba, su marido no quiere creerlo; sus hijas no lo aceptan… 



Pero hay que ser fuerte. Hay opciones; hay varios caminos; hay que luchar; hay que vivir. Hoy recibe la visita de sus nietas y tiene que estar sonriente.
Fuerza María.”

(...)



 Relato basado en dos historias no relacionadas; dos mujeres distintas; los datos concretos varían: el nombre, la edad, la familia, su historia… Sin embargo, el diagnóstico es el mismo. Ambas me han llegado al corazón. Ojalá se recuperen. Suerte “María”.

7 comentarios:

  1. Yo también le deseo lo mejor a "María", y a todos los que pasan por esas situaciones.
    Mi madre trabaja día a día con pacientes oncológicos y sé lo duras que son todas sus historias.
    Un saludo!

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  2. ¿¿¿Me paso mucho si digo que la diagnostiqué con el "como estoy engordando"??? Pobrecillas.... pq encima por la historia (cáncer de ovario ya extendido... al diagnosticarse ya con la ascitis....) no pinta muy bien la cosa. Ojalá haya suerte!

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  3. Tiene que ser muy duro trabajar día tras día con pacientes oncológicos Ana M.; a mí me hace falta todavía construirme una gran fortaleza alrededor para poder afrontar estos pacientes sin hundirme emocionalmente... es complicado.

    Buen ojo clínico Esther; la verdad es que es un patrón característico el de "mujer mayor con ascitis".

    Un besote

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  4. Uff :-( Es tan duro ver estas cosas... Tu historia me recuerda a la de una paciente que vi en neuro. Una mujer viuda con unos hijos que la adoraban, sin ningun antecedente personal o familiar de interés... Empezó a tener sintomatología neurológica de forma progresiva y al hacerse un Tac... una metástasis cerebral.

    Creo que estar ahí cuando le comunicaban a sus hijos la noticia, fue una de las experiencias más duras de mi vida. Verles derrumbarse casi me hace llorar en aquella consulta.

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  5. Es que son cosas muy fuertes... y lo peor es que de una manera y otra tenemos que acostumbrarnos a lidiar con ese tipo de situaciones... y eso, no nos lo enseñan en la carrera.

    Un besitoooo

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  6. Además hay que tener en cuenta que aunque debemos habituarnos a ellas, no debemos olvidar del todo esa sensación, ya que nos impedirá deshumanizarnos. Cosa muy común hoy día.

    ¡Gracias por pasarte por nuestro blog! Yo estoy haciendo lo mismo por el tuyo. =)

    Rikku

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Los comentarios tardan en salir un poquito porque tengo que validarlos en el correo! Así no me salto ninguno! ;)